5/3/11

Lolita de pesero

La chica güera falsa con un gran moño rosado: adorno en el cabello largo. Los ojos grandes delineados para enfatizar el gesto de sorpresa con el que va por la vida. La falda a cuadros corta más un par de calcetas azules arriba de la rodilla que como resultado sólo dejan entrever justo lo más blanco de sus muslos.
Los labios finos y la nariz que se arruga cuando sonríe. La lengua perforada y las uñas largas pintadas de azul eléctrico. Una voz tan inocente que contrasta con la experiencia que se deduce de sus manos.
En las rodillas aún tiene moretones y raspones como resultados de juegos, mientras que en las mejillas ya usa rubor. Es un cliché de lolita sin haber leído nunca a Nabokov, pero que seguro sueña con un diablo guardián a su medida.
Va en preparatoria particular (lo grita su uniforme) y habla con su séquito de amigas, más comunes que corrientes, sobre los chicos que le tiran la onda y la chamarra que le quitó al galán y ahora usa.
Ya notó que la estoy observando y seguro piensa que la deseo, que mis ojos la recorren para poder grabarla en mi memoria erótica. Más que parecer acostumbrada, parece querer provocarlo. Quiere que la deseé como la desea el conductor de camión en el que viajamos: le ve las piernas por el retrovisor; como sus compañeros de la escuela que seguramente le han dedicado más de una.
Me interesa más verle la actitud, tan controladamente seductora; como si toda la vida se hubiera dedicado a esto. Sonrío al imaginarla de pequeña, aprendiendo a mover las pestañas al ritmo de las caderas, frente al espejo. Ella cree que le sonrío porque quiero llevarla a algún rincón obscuro y cuando sus amigas no se dan cuenta, me regresa una mirada coqueta que haría sonrojar al más atrevido de sus compañeros de clase, tal vez a ese que le quitó la chamarra.
El lugar donde ella y sus amigas deben bajarse llega: la parada; ¡qué bien le viene el nombre! piensa seguramente el conductor.
La güera falsa con humos de diva ilegal voltea para cerciorarse que la sigo viendo y en el último escalón hace un movimiento con los labios, como si lanzara un beso, pero lo que lanza son promesas que nunca cumplirá, ella y yo lo sabemos.
El conductor le mira las piernas una vez más antes de arrancar.



5 comentarios:

  1. iuuuuuu!! El cactus... ah, perdón, no iba por á'i la onda.

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  2. FUUUUUUUUUUUUUUUU!
    Llegando a tu casa te has de haberte fapeado, te conozco. ¡Cerdo!

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  3. Inche Cactus, cada vez te ponés mejor. "Los ojos grandes delineados para enfatizar el gesto de sorpresa con el que va por la vida"

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  4. "...le han dedicado más de una" qué? Entiendo, pero no es por tu culpa.

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