Quiero dejar gente atrás. Conocer
gente y dejarla, como en las películas y las novelas donde siempre hay un personaje que se va y
deja aunque no se mueva nunca.
Quiero hacerlo, por ejemplo, de
madrugada cuando todo es gris y es difícil encontrar taxi o algún transporte. No
mirar a nadie a los ojos y simplemente dejar, que no es lo mismo que renunciar,
pero podrían confundirse y decir entonces que él renunció, en lugar de decir yo
dejé. Y huir y dejar los cajones vacíos
para que se sepa que huí; o mejor que se queden ellos, llenos, para que se sepa
que huí y los cajones no importaron, ni las repisas, ni las cajas debajo de la
cama y que lo único que falte sea ese libro que es el que siempre llevo porque
huye conmigo. Claro, habrá que conocerme bien para saber que ese libro huye y
no pensar que lo he prestado sin molestarme por recobrarlo, entre las prisas de
dejar. ¿Habrá alguien entonces, a quien no deje atrás lo suficiente para que
note en ese momento que he huido a pesar de los cajones y que el libro no fue
nunca prestado?
*
Soñé que de repente llegaba gente
a mi casa (que, como en todo sueño que se respete, no era mi casa) y se
convertía en una fiesta. Espantado yo bajaba tres pisos; en las escaleras y en
cada piso encontraba amigos, conocidos, etcétera a los que no quería ver, así
que los dejaba para seguir bajando hasta llegar a un patio que no era el mío
donde una mujer de labios rojos caminaba desde la entrada hacia mí. Las
personas que me rodeaban sonreían y me codeaban alusivamente; se entendía que
ellos sabían que a mí me gustaba. Yo no sabía que en el sueño me gustaba, lo
entendía hasta después (que recordaba que ella ya me había gustado en otro
sueño y sigo sin saber quién es).
Ella se acercaba, sin mirarme del
todo pero sin perderme de vista. Caminaba acompañada por amigas que sonreían.
Jugaba con su cabello (que era corto) y sus uñas destacaban (pintadas de rosa
mexicano). Yo ahora caía en la cuenta de que me gustaba, que así era; y por lo
tanto era inevitable acercarse y saludarla y decirle qué tal, que bueno que
has venido a mi fiesta que no sabía que existía hasta hace apenas unos minutos.
O tal vez (y porque era sueño) acercarse y sonreírle y plantarle un beso porque
me gusta la muchacha que no conozco pero que me ha gustado ya en otros sueños y
mi mente lo sabe, por eso manda proyecciones de si misma a darme codazos.
Pero no hacía nada de eso, porque
a pesar de que es sueño sigo siendo yo, así que me safaba de los codazos y las
miradas y me alejaba mientras ella se acercaba. Daba un rodeo para pasar junto
a ella y no, ni mirarla, ni sonreírle ni decirle que bueno que pudiste llegar
también a este sueño. La dejaba atrás (porque uno siempre debe dejar atrás,
nunca en otro lugar; todo por la idea de que uno continúa aunque sea falso y
que se mueve en alguna dirección y progresa aunque mienta).
Yo caminaba a la salida sin
voltear y dejaba a los tres pisos y patio llenos de conocidos atrás; y la
muchacha me miraba comprendiendo (yo la veía con los ojos del sueño) y sonreía
aún más (tal vez por eso es realmente la mujer de mis sueños), tal vez no sea
el primer sueño donde la dejo.
*
Es que la gente va por la vida
atacando, incluso a la misma vida que nada teme y tanto debe (me debe unos
buenos ojos, un café de madrugada, comida china para calmar las angustias, una
novia veinteañera cuando yo tenía veinte años, una veinteañera cuando tenga
cuarenta, una sonrisa sólo porque sí, una canción cuando ya no importaba). Todos
con la espada desenvainada, la mejor defensa el ataque. Yo por eso Huyo (que no
es lo mismo que dejar ni renunciar, pero que todas se confunden a pesar de
ellas mismas) para no tener que desenvainar espadas y sacar sangre sin
proponérmelo. Huir con mayúscula porque, a pesar de lo que se cree, Huir
requiere de mucho más valor que quedarse, que atacar y dañar. No le encuentro
mérito a quedarse de pie, soportando. Irse requiere planeación, tiempo,
esfuerzo, energía, voluntad, uno nunca encuentra oportunidades para Huir, para
dejar atrás, para renunciar; las tiene que crear.
No simplemente me voy de la
violencia, de tantas espadas invisibles en la calle, en uno mismo. Dejo atrás lo
que debe ser, de lo que es, lo que cansa y lo que gusta, a la gente que quiero
y la que no me importa. Porque dejar atrás debería ser una actitud ante el
universo siempre, no sólo cuando conviene, porque entonces es cobardía pura y
eso no vale; vale dejar atrás y huir y renunciar para abrazar la nada que
sonríe.
Habrá quien nos diga (a los
personajes de las películas que se van, a los personajes de las novelas que sin
irse dejan gente y a mí, que sueño con dejar gente, lléndome y quedándome) que
lo que hacemos es horrible, que la permanencia es lo único que cuenta. Nosotros
responderemos que Shimamura y Eguchi volvían porque dejaban, dejaban porque
volvían; y que no hay como dejar que las cosas caigan y acaben como si nada, por que así es.
*
Se recomienda huir y dejar (y leer el post) con esto de fondo:
"This isn't sometimes this is always, this
isn't maybe, this is always. This is love, the real begenning of forever. This
isn't just midsummer madness, a passing glow a moment’s gladness. This is love, I knew it on the nihgt we met. You've tied a string around my heart. How can I forget you. With every kiss i'll
know that this is always"
Algo fuera de lo común en ti, pero me gusta. Lo siento más tú, más natural que otros -que no por ello dejan de ser naturales-.
ResponderEliminarY el viejo Eguchi se me figura que no se fue, sino que más bien nunca estuvo.
Me angustió un poquito tu huida.
ResponderEliminarY encontré encantador tu encuentro con a la mujer de otro de tus sueños "que bueno que pudiste llegar también a este sueño", belleza. :)
Me recordaste mucho a mi propio defecto: aquel de ser "volátil" ....
ResponderEliminar>>"porque a pesar de que es sueño sigo siendo yo"<<...ajá...y también Huyo con mayúscula, ya sabes.
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