24/4/09

El cuento de la ventana 1

Estaba yo sentado en la orilla de una ventana en el piso 20 de la torre donde estudiaba, pensando en la idea de saltar. Decidirme resultaba imposible, pero debía hacer algo, no podía quedarme toda la vida sentado en la orilla de aquella ventana.

En realidad esa mañana me había asomado sólo con el propósito de admirar el paisaje, es una fantástica vista. Pero cuando estaba ahí sentí la famosa atracción por el vacío y la necesidad de unirme a la nada.
Ahora llevo 3 días en el piso 20, decidiendo si salto o camino de regreso al interior del edificio.
Lógicamente el lugar ha permanecido cerrado desde que se dieron cuenta de que había un tipo en la ventana examinando las posibilidades de saltar.

Esto ha molestado a mucha gente: los que trabajan ahí, los policías, los bomberos, y paramédicos que se encontraban afuera a la expectativa de mis acciones e intentándome convencer de que no saltara. Aún con esto yo me tomaba mi tiempo para decidirme, cosa que ha fastidiado a los demás todavía más.

El segundo día tuve una aparición: era una pequeña niña con cara de inocente ángel, que me miraba con esos ojitos tiernos que provocan el deseo de irme con ella. Yo sabía que era la Muerte.
La chiquita venía a incitarme a saltar ¡quería llevarme! Francamente no entendí cuál era su interés en que brincara.

-Ya tienes mucho trabajo-le dije yo-¿Por qué presentarte aquí, en la pequeña orilla de mi ventana (porque a estas alturas ya la siento como mía) para convencerme de morir? Seguro en este momento hay más gente a punto de morir que debes llevarte.
-Sí, lo sé, pero para eso están mis ayudantes-me contestó la niña con una dulce voz que me erizaba los bellos- debes saber quienes son, esos encapuchados con la guadaña.
-Siempre creí que esos eran la verdadera Muerte, la única.
-Oh no, ellos son sólo ayudantes, pero son los únicos conocidos porque yo casi no salgo a ensuciarme las manos-seguía hablando la niña con un aire de burla en su tersa cara al ver mi expresión de sorpresa-yo sólo salgo para lo realmente importante.
-Vaya, me siento halagado, así que la Muerte me considera importante.
-Bueeeeno, sólo un poco, en realidad estoy aquí porque ya me desesperé de ver tu indecisión-respondió la pequeña mientras su rostro se endurecía- así que vengo a obligarte a que termines con esto de una vez, salta o ve de regreso.
-No deberías presionarme- rezongué yo algo ofendido.
-Te doy dos días más, y si para entonces no te has decidido, te empujo.
-¡Eso sería asesinato!- grité alarmado. Siguió la indiscutible respuesta:
-Soy la muerte.
Continua...

1 comentario:

  1. tardé un poco en decidir si dejaba el comentario en este o en el cuento anterior, lo definitivo es que me encanta como escribes.
    eu sou K.

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