Have you ever loved a woman so much you tremble in pain?
Have you ever loved a woman so much it's a shame and a sin?
-¡No me obligues a ir!- dijo ella con los ojos rojos de tanto llorar -prometo ser buena- continuó; pero nada de lo que ella dijera valía ya para mí. La puerta se abriría inexorablemente y ella tendría que salir. En realidad quería creerle, quería que todo fuera diferente; pero sé que mentía otra vez, sé que el ruido que me atormentaba seguiría ahí mientras ella no saliera.
- No sé a donde más podría ir- la desolación parecía cubrirla por completo y por un instante a mí también, pero me repuse y le espeté con ganas de terminar esto de una buena vez:
-Afuera estarás mejor.
Ya no soportaba el rítmico ruido que ella traía a mi vida: 60 veces por minuto, a veces más si me emocionaba, a veces menos si me relajaba. Era su culpa y yo lo solucionaría. La arrastré, con más pena que gloria, hacia la puerta. La eché fuera de ahí, y mientras se cerraba la puerta, el ruido se desvanecía. El “tun…tun…tun” dejaba de resonar en mi corazón: al fin el silencio.
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